viernes, 9 de junio de 2023

Jack Kerouac, On the road

Viejas locas


«Brindemos por las locas, por las inadaptadas, por las rebeldes, por las alborotadoras, por las que no encajan,

por las que ven las cosas de una manera diferente.

Brindemos por las que no gustan de reglas y no respetan el status-quo.

Las puedes citar, no estar de acuerdo con ellas, glorificarlas o vilipendiarlas.

Pero lo que no puedes hacer es ignorarlas.

Porque cambian las cosas.

Empujan adelante la raza humana.


Mientras algunos las vean como locas, 

nosotras vemos el genio. 

Porque las mujeres que se creen tan locas como para pensar que pueden cambiar el mundo, son las que lo hacen.»


Jack Kerouac (On the road)

Norteamérica, década de los 50. Entre la juventud estadounidense reina un espíritu desencantado, la forma de vida dominante no les satisface. El derrotismo se apodera de las nuevas generaciones golpeadas por el orden social de la época, que perciben la injusticia del mundo en el que viven y asisten a una época sin oportunidades, sin opciones, sin salida.

¿Sin salida? Sí la hay, Jack Kerouac descubre un camino que desemboca directamente en la vida, ni más ni menos, no identifica a la vida como un medio sino como fin en sí misma. Y que, por tanto, hay que vivir de forma consciente, diseñando nuestro camino de acuerdo con nuestros deseos y sobre todo, nuestra identidad particular. Para Kerouac "tenemos la obligación de evitar que nos impongan su modo de vida". Ante la "sensación de no saber a dónde ir, Kerouac descubre que "no había adónde ir excepto a todas partes".

Con estas ideas explosionando como fuegos artificiales en su cerebro Kerouac se pone "en el camino" de vivir al máximo con un afán extraordinario, planea el viaje y se echa a la carretera. En realidad da igual a dónde vaya, sólo importa el camino; sabe que en algún lugar del camino le entregarán "la perla". Él y sus personajes recorren la mítica ruta 66, pasan por Denver, recorren la Costa Oeste mientras experimentan todo lo que se cruza con ellos como quien se encuentra con las cosas por primera vez, con entusiasmo desbocado y las emociones a flor de piel. Kerouac escribe de manera inmediata, aparentemente espontánea, con una prosa limpia y directa, sin florituras, pero con el lirismo que aporta la narración en primera persona de un joven que quiere vivir sin ataduras ni convenciones.

Los personajes de Kerouac emprenden pues un viaje infinito, en el que abandonar significa la muerte, una muerte en vida, porque los obligaría a vivir como el resto de ciudadanos conformistas, agobiados por las prisas y por problemas que carecen de importancia real, a los que desprecian. Dean MoriartySal Paradise y sus colegas sienten de nuevo "la llamada de su propia vida", donde les esperan todo tipo de acontecimientos imprevistos para sorprenderlos en la "tierra dorada" que se extiende delante de ellos. Su única función es "moverse" y "ver el mundo", dejando que la carretera les lleve a donde quiera y teniendo como única ley la libertad. Vagabundean sin pensar en el mañana, "una palabra hermosa que probablemente quiera decir cielo". Beben alcohol, consumen drogas, escuchan jazz y disfrutan del sexo -"la única cosa sagrada e importante de la vida"-, mientras arden en su exaltación por vivir intensamente.

El viaje se fusiona con la vida, "la carretera es la vida". Sólo interesa la gente "que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde". La fiebre que encendió "En el camino" convirtió a este libro en una novela de culto y en un clásico de la literatura norteamericana y de los textos literarios que reflejan el ansia de libertad y de rebeldía de la juventud. La novela se erigió como "Manifiesto de la Generación Beat", portando en ella el germen del movimiento hippie y la liberación sexual

Veamos el tráiler de una versión cinematográfica reciente: ¡Haz clic!




La lucha por los ideales (pg. 242)

Y para cerrar el curso...leamos a  Blas de OteroEl poeta Blas de Otero (1916-1979) fue uno de los principales representantes de la poesía social y la poesía intimista de los años cincuenta en España


Si he perdido la vida, el tiempo, todo

lo que tiré, como un anillo, al agua,

si he perdido la voz en la maleza,

me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo

lo que era mío y resultó ser nada,

si he segado las sombras en silencio,

me queda la palabra.

Si abrí los ojos para ver el rostro

puro y terrible de mi patria,

si abrí los labios hasta desgarrármelos,

me queda la palabra.


Y como noticia sorpresa...¡¡¡¡que nos dé las gracias Haruki Murakami!!!! ¡Haz clic!



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